martes, 13 de agosto de 2013

No es pasional


No es pasional
María del Pilar Méndez
El uso del término ‘crimen pasional’ justifica y desestima el hecho de que un hombre asesine a una mujer.

Hace un par de semanas un hombre mató a su esposa en el lugar donde ella trabajaba. La noticia corrió como pólvora y la mayoría de los medios de comunicación lo tildaron de “crimen pasional”, un término que las organizaciones en pro de los derechos de la mujer luchan por erradicar de la jerga popular. ¿Por qué?

Injustificable. Eliminar la expresión “crimen pasional”, que justifica el asesinato de una mujer, es validar los derechos de las mujeres, comenzando por el más básico, su derecho a la vida, pues no hay pasión que justifique la muerte.

“Cuando un crimen se define como ‘pasional’ se está legitimando. Se le ubica en el terreno de las pasiones humanas, que de alguna manera son justificables: ‘La quería tanto que la mató al ver que le era infiel’, ‘Si no eres mía, no eres de nadie’. Hay avances legales en la consagración de los derechos, sin embargo, siguen muriendo mujeres por ser mujeres. Es curioso que el proceso civilizador, que con sus idas y vueltas ha avanzado en la condena de determinados tipos de violencia, mantenga esta resistencia”, menciona la abogada especialista en género Haydeé Méndez de Espino.

El psiquiatra Alejandro Pérez, del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, coincide con la abogada y explica que en estos tipos de homicidio hay un problema de pareja no resuelto, al que en ocasiones se le unen otros factores como consumo de drogas, trastornos de la personalidad y principalmente antecedentes de violencia doméstica.

Lo correcto. Ambos especialistas concluyen en que lo correcto es llamarlo femicidio.

“El término femicidio ha sido introducido por los grupos feministas y ya ha sido aceptado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y por varias legislaciones de nuestra región. Ahora estamos en campaña para que se apruebe la ley contra la violencia hacia las mujeres, que incluye la tipificación del femicidio en Panamá. Estamos atrasados con respecto a otros países. Mientras, las mujeres panameñas siguen sufriendo violencia”, dice Méndez de Espino.

“Es un delito agravado asesinar a una mujer por serlo, por considerarse propiedad del hombre”, afirma por su parte Pérez. “Curioso es que el hombre, ante la sospecha de infidelidad, arremete contra la mujer y no contra el supuesto amante. No hay virilidad en pegarle a una mujer. De nada sirve aumentar las penas, hay que trabajar para prevenir la violencia doméstica”.

A puerta cerrada. “La violencia doméstica es el meollo del asunto”, afirma el médico, y agrega que “en Panamá tenemos un gran problema de violencia intrafamiliar, nuestras estadísticas clínicas revelan que el 60% de la población tiene un problema de violencia en el hogar, es decir que 6 de cada 10 panameños tienen una relación de pareja violenta no resuelta de forma eficiente”.

La violencia doméstica es una espiral que una vez se inicia el tiempo no la resuelve, y “según nuestra experiencia, en el 10% de los casos ocurre una desgracia, él la mata a ella, muy pocas veces ella lo mata a él”, señala el psiquiatra, que destaca que de 85% a 90% de las víctimas de violencia doméstica son mujeres.

Este flagelo se presenta en todos los estratos de la sociedad. “En las capas bajas, en que el ingreso económico es bajo y hay poca escolaridad, la violencia es más física; mientras que en las capas altas, con más escolaridad, es más psicológica, es la misma violencia pero mejor pensada”, comenta Pérez.

Para Méndez de Espino estas son reacciones que responden a la sociedad patriarcal en la que vivimos, en que “el hombre está convencido de que tiene derecho a disciplinar a su mujer, a anularle su ser, su individualidad”.

“Por más leyes contra la violencia que se promulguen, siempre prima una ley superior en el imaginario colectivo, no escrita, impuesta por la publicidad, la educación en el hogar, por las noticias que salen en los medios. En cada palabra se nos enseña a las mujeres el lugar que debemos ocupar en el entramado social: ser objeto sexual, ocuparnos de la casa y del cuidado y crianza de niños, ancianos y enfermos. Y además, hacer todo con discreción, alegría, y sobre todo sin quejarse”, añade.

‘Muero de celos’. Los celos son una manifestación del sentido de propiedad que tienen los hombres sobre las mujeres, dice la abogada, y por ello no es una justificación para quitarle el derecho a la vida a su pareja.

Alejandro Pérez sostiene que nada exime al imputado de responsabilidad legal, excepto que sufra de un trastorno mental comprobable que le impida comprender la realidad.

Lastimosamente, en los crímenes producto de la violencia doméstica hay una ganancia emocional, el perpetrador siente que se “deshizo” de la mujer que lo irrespetó. Sin embargo, ese mismo sentimiento lo condena, pues es la prueba de que era consciente de sus actos. “Cuando hay una ganancia secundaria o emocional, el individuo sabía lo que estaba haciendo. Es por eso que algunos se suicidan después del hecho”.

Femicidio es...

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6 de cada 10 panameños tienen una relación de pareja violenta no resuelta de forma eficiente
Thinkstock


La abogada Haydée Méndez de Espino indica que las siguientes acciones devienen en femicidio:

• Haber pretendido infructuosamente establecer o restablecer una relación de pareja, noviazgo o intimidad con la víctima.

• Tener al momento del homicidio o haber mantenido con la víctima relaciones familiares, conyugales, de convivencia, de intimidad o noviazgo, amistad, compañerismo o relación laboral.

• Mantener una reiterada manifestación de violencia, maltrato o tortura física en contra de la víctima.

• En menosprecio del cuerpo de la víctima, por misoginia o para satisfacción de instintos sexuales, cometer actos de mutilación genital o cualquier otro tipo de mutilación.

• Asesinar a la víctima en presencia de sus hijos.

• Cometer el crimen para encubrir una violación.

• Que la muerte se dé como resultado de violencia psicológica que llevó al suicidio.

• Asesinar por venganza entre pandillas de delincuentes.

• Cometer homicidio por cualquier móvil generado por la condición de mujer de la víctima.

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