Por: Haydée Méndez Illueca
Abogada
especialista en Género y Derecho Penal
Debemos tener claro
el significado de cuatro términos: Sexo
es la palabra que hace alusión a las diferencias biológicas relacionadas con
los órganos reproductivos y otros rasgos físicos y fisiológicos entre los seres
humanos y distingue entre machos y hembras de la especie humana.
Género, por el contrario, se
refiere a las características que socialmente se atribuyen a las personas de
uno y otro sexo, los roles socialmente construidos,
comportamientos, actividades y atributos que una sociedad considera como
apropiados para hombres y mujeres. Según la IV Conferencia
Mundial de la Mujer de 1995, “el género no se refiere simplemente a mujeres u
hombres, sino a la relación entre ellos y la manera en que se construyen
socialmente. Debido a que es un término relacional,
el género debe incluir a mujeres y hombres.
Al igual que los conceptos de clase, raza y etnicidad, el género es la
herramienta analítica para entender los procesos sociales. La relación entre hombres y mujeres cambia de
una época a otra y de una sociedad a otra.
Hace unos siglos no se les permitía a las mujeres aprender a leer y
escribir; todavía hoy hay una polémica en ciertos países islámicos sobre si se
le debe dar educación o no a las mujeres y permitirles conducir vehículos.
Ideología se define como un
conjunto de ideas fundamentales que caracterizan el pensamiento de una
colectividad o una época, tendiente a conservar o transformar el sistema
social, económico, político o cultural existente. Ejemplos serían el fascismo, nacionalismo,
liberalismo o anarquismo. Karl Marx
transformó a la ideología en el conjunto de ideas cuya relación con la realidad
es menos importante que su objetivo: evitar que los oprimidos perciban su
estado de opresión.
La perspectiva
de género (que no es una ideología)
es un enfoque inclusivo, porque incluye los
intereses, derechos, necesidades, realidades y puntos de vista de mujeres y
hombres en todos los aspectos, con miras a modificar políticas, planes o programas para hacerlos más equitativos. Por ejemplo, que la policía compre motos más
pequeñas para las mujeres que para los hombres, tomando en cuenta la realidad
de que por lo general las mujeres son más pequeñas y pesan menos.
Históricamente, el
término género es de acuñación reciente en las ciencias sociales, ya que
comenzó a usarse a principios del siglo XX.
La antropóloga Margaret Mead observa que en diferentes culturas se les
asignaba a las mujeres y hombres determinados roles; Simone de Beauvoir en 1948
en su libro “El Segundo Sexo” observa que la conducta femenina no era innata,
sino el resultado de un acondicionamiento; pero no fue hasta la segunda mitad
del siglo que John Money y Robert Stoller acuñaron específicamente el término “género”
para describir esta realidad.
Los opositores a
las guías de educación integral en sexualidad insisten en cuestionar lo que
llaman la “ideología de género” porque en su opinión “promueve libertades
peligrosas”. Primero, no se puede
concebir una libertad “peligrosa” – lo peligroso es no tener libertad. Seguramente
la referencia era a “libertinaje” y no a libertad; y cualquiera que se lea las
guías se podrá dar cuenta de que éstas no promueven el libertinaje. El Diccionario de la Real Academia
Española tiene unas nueve acepciones de la palabra género,
ninguna de las cuales promueve “libertades peligrosas”. La educación sexual está diseñada precisamente para propiciar la
responsabilidad familiar y no el libertinaje.
La idea es proteger a la niñez y la adolescencia del abuso sexual, las
enfermedades de transmisión sexual y embarazos precoces, enseñándoles valores y
respeto, tanto hacia los de su mismo sexo como los del sexo opuesto. Por eso se llama educación integral en sexualidad – porque integra
todos estos elementos de ética, salud y socialización.
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